jueves, 7 de julio de 2011

3,640 kg

¡Ay! Nunca pensé que subir de peso fuera mi obsesión. Pero no en mí, no, en el nene. Y eso que, aunque se haya adelantado tres semanas, ha nacido bastante hecho (no hago más que pensar si hubiera nacido en su tiempo, cuánto hubiera pesado al nacer y cómo me hubiera puesto yo).

Guillermo nació con 2,935 kg y 47 cm de longitud, un futuro tiarrón que ya en las ecografías prometía ser un glotón de mucho cuidado. Hoy puedo confirmar que así es, come como una "lima sorda" y se pone tan nervioso cuando tiene hambre que hasta tiembla (¡a mí me entra un sentimiento!). Pero claro, tan pequeño y tan dormilón, me perdió mucho peso en los primeros tres días y el diagnóstico de la pediatra fue claro: "este niño tiene que remontar peso como sea: a darle de comer cada dos horas y despertarlo si hace falta". No sabéis lo complicado que es despertar a un bebé de días cuando está totalmente "estroncao", ya le podía echar agua en la cara, tocarle los pies (que por lo visto les molesta bastante), zarandearlo (con mucho cuidado, claro), que nada. Aún así, y tras dos semanas de no dormir nada, arrastrar las ojeras por el suelo, no salir del sillón del salón y saltarme la ducha algún que otro día, conseguimos que pusiera.

Y ya la semana pasada... ¡sobrepasó los 3 kilos! Y a darle de comer "a demanda", lo que para Guillermo quiere decir cada hora y media, jajaja. Hoy ya tiene 3,640 kg, ha subido algo más de medio kilo en una semana, yo me he relajado y veo la luz al final del túnel: me quedan 20 días para acabar la cuarentena y me han dicho que, en el día 41, es como si tuvieran un chip que se acciona automáticamente: duermen más y se apaciguan... ¿Será verdad? ¿Volveré a saber qué es dormir tres horas seguidas? Mmmm... delicioso... tres horas seguidas de sueño...